El amante de Lady Chatterley.

17:42:00 Posted In Edit This 10 Comments »

(...) Constanza había encontrado su pañuelito e intentaba secarse los ojos.

- Venga a la cabaña - dijo él con voz tranquila y neutra.

Y tomándo la del brazo, la izó y la condujo despacio a la cabaña, sin dejarla hasta que hubieron penetrado en ella. Después, apartó la mesa y la silla, sacó del cofre una manta militar y la extendió sobre el suelo, muy pausadamente. De pié, inmóvil, le miró el rostro. Lo tenía pálido e inexpresivo, como sometiéndose al destino.

- Tiéndase aquí -dijo.

Y cerró la puerta de la cabaña, de manera que se hizo la noche. Noche completa en la cabaña.

Con una extraña obediencia, Constanza se tendió efectivamente sobre la manta.

Inmediatamente sintió aquella mano suave, errante, pero desesperadamente ávida, palpándole el cuerpo y buscando su rostro. La mano se lo acarició con suavidad, infinitamente calmante y tranquilizadora; finalmente se produjó el dulce contacto de un beso en su mejilla.

Ella permaneció tendida, perfectamente inmóvil, en una especie de abandono.Luego se estremeció al sentir esa misma mano vagando dulcemente, con una torpeza cusiosa, entre sus ropas. Sin embargo, la mano sabía cómo desnudarla dónde quería. Hizo descender la braga de seda, cuidadosamente, casi hasta sus pies. Entonces, con un estremecimiento de placer intenso, tocó aquel cuerpo cálido, y durante un instante le rozó el ombligo con un beso. A continuación, se le hizo necesario penetrare en ella enseguida: entrar en la paz sobre la tierra que era aquel cuerpo yacente. Para él fué un momento de paz perfecta aquella entrada en el cuerpo de la mujer.

Constanza continuaba inmóvil, en una especie de ensueño. Toda la actividad y todo el orgasmo procedían de él: ella no podía hacer nada por sí misma. Pero el apretón del abrazo que la estrechaba, incluso el intenso movimiento de su cuerpo y la ola de semen en ella, no fueron más que un ensueño del que no comenzó a despertar hasta que el guardia hubo concluído y se tendió dulcemente, jadeante, contra su pecho.

Entonces Constanza se sorprendió y se preguntó vagamente: ¿por qué? ¿Por qué había sido necesario? ¿Por qué le había quitado aquello un gran peso, dándole paz? Era verdad, ¿era absolutamente normal?

Su atormentado espíritu no se calmaba: ¿era verdad? Sabia que si se entregaba a aquel hombre sería verdad, pero si se reservaba a sí misma no sería nada. Era vieja, se sentía vieja de millones de años.


David Herbert Lawrence. (Florencia 1928) Hasta 1960 no fué publicada en Reino Unido.


Y, para los que no os guste leer....



Besitos!

10 lunáticos dicen:

josef dijo...

Un precioso relato. todos nos sentimos a veces viejos de millones de años no? Bueno a mí también me sucede jajaja. Un abrazo!

Anónimo dijo...

¡Qué historia más bonita! transmite tanta ternura.

¡Un besote!

MIGUEL

JESUS y ENCARNA dijo...

Bella y sensual historia de amor, a mi tambien me pasa como a Moderato, a veces me siento viejo, pero viejo, viejo.
Bicos.
Jesus

Didac Valmon dijo...

me ha encantado, transmite mucho!! genial

abueloscrisytoño dijo...

!Precioso!

Thiago dijo...

jaaj está bien esto: versión escrita y versión visual.. ¿pa cuando la versión 3D, cari? jajaj

Es verdad que fue un escandalazo en su época, no?

Bezos

Anónimo dijo...

Uhhhhhhhhhhhhh, y leer eso a estas horas...............

Un biquiño.

HADEX dijo...

Sí que es una obra hermosa....aunque a decir verdad, a mí todoa la literatura anglosajona me chifla!!


Bicossss!!!

BRILLI-BRILLI dijo...

Que bonito relato,me lo apunto!
Besos

Eticaniano dijo...

Creo recordar que ese libro nos lo recomendaron en la asignatura "Psicología de la Sexualidad", aunque todavía no lo he leído. Pero supongo que es de los que merece la pena tenerlos por duplicado (porque uno sólo muy manoseado da pena).